Ahora no sabemos si vamos para
adelante o para atrás, hemos perdido la noción del sentido del tiempo,
encerrados y asustados temiendo contagiarnos, pensando en los enfermos, en
hospitales repletos, en los caídos por causa del covid-19,
virus con nombre de misil,
que sigue atacando a mansalva, en una guerra
equivalente a la temible Tercera Guerra mundial, sólo que aquí nadie
sabe quienes pelean contra quien, porque el enemigo ataca en la impunidad,
nadie le conoce el rostro, a pesar de que está en todas partes, en todo lugar,
como ese Dios que asustaba a los niños antiguamente, justo a la hora de dormir…
No sabemos si hoy es mañana, o si
mañana fue ayer, nos levantamos extraviados en el tiempo, suponiendo que es de
día, porque lo mismo sería que fuera de noche. Tampoco sabemos qué demonios debemos
hacer, porque las obligaciones perdieron sentido en medio de la niebla en que
nos movemos dando palos de ciegos a un enemigo sin rostro, que imaginamos
siempre al acecho, predispuesto a
dejarse caer sobre nosotros al menor descuido, a la primera
equivocación. Estamos en medio de una guerra silenciosa que no destruye casas
ni edificios, pueblos ni ciudades, pero que mantiene en estado de agonía a sus
habitantes, moviéndose silenciosos, desesperanzados o enloquecidos, sin saber a
qué atenerse, sin saber a quien clamar en medio de las tinieblas, aunque
culpando a diestra y siniestra como es costumbre en nuestra fatalidad.
Miguel de Loyola – Santiago de Chile
– 30 de Mayo del 2020.-
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