“Una mala mujer es como un yugo de bueyes mal amarrado; tomarlo de la mano es como agarrar un escorpión.” Sirácides, 26, 7. Pasadas las diez de la noche el poblado duerme, sólo a ratos la voz lastimera del Fantasma intercepta el silencio nocturno con esos versos de un corrido mexicano aprendido en su juventud. Después, se lo oye gemir como si un puñal clavaran en su corazón.
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