El vaso vacío de Guillermo Martínez reúne siete relatos referidos a diversos temas puntuales: el desarraigo de los retornados; las dramáticas consecuencias del llamado “estallido social” para las personas que trabajaban alrededor del sector Plaza Italia; el retorno inesperado al hogar después de años por razones éticas; el rol de los encuestadores en los asuntos electorales, las obsesiones de los viejos y otros temas de interés contingente.
Los cuentos en su mayoría están contados
en primera persona por el propio protagonista. Es decir, desde la experiencia
misma de quien vive los hechos descritos, sin la ironía ni tampoco aquel resentimiento
que caracteriza la narrativa chilena pos golpe a la hora de contar sucesos acaecidos durante esos años en dictadura. Destaca en el
conjunto el cuento Migas, por dejar entrever aquel llamado del eterno retorno
que pervive en el inconsciente colectivo desde tiempos ignotos. En este caso, a
ocupar el puesto del padre, y a privarse de la vida propia por el bien de otros.
Sorprende en este libro la mirada
del narrador, el punto de vista, a pesar de ser cuentos contados desde la
primera persona, su mirada no resulta contaminada, describe limpiamente, sin
emitir juicios ideológicos ni sociales. Esa mirada del entorno los vuelve
transparentes, semejante al lente de una cámara, o a la ilustración de un
paisajista que pinta sin alterar lo que sus ojos están mirando. Guillermo Martínez
pinta sin incurrir en los clásicos comentarios críticos en que suelen caer la
gran mayoría de los narradores nacionales en relación al mundo que rodea a sus
personajes, limitando la libertad del lector. Martínez observa silencioso, describe
desde una óptica limpia y amplia. Un mérito que pocos narradores alcanzan.
Miguel de Loyola – Milán – Septiembre
del 2024
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