Hace rato que aquí ya no se puede hablar. Se habla mucho de diálogo, se insiste con la palabra hasta el cansancio, se aturde con ellas a los más incautos, pero sólo se observa diálogo de sordos, monocorde, repetitivo, inagotable. Se busca a cualquier precio imponer algo, algo que no a todos interesa. Se le otorga la cualidad de necesario, perentorio, decisivo poco menos que para la salvación de la especie humana.
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