Miguel de Loyola, mi excompañero de carrera, Campus Oriente, Universidad Católica, Pedagogía en Castellano, ingreso 1977, imaginar contexto histórico con rector delegado el Vicealmirante de la Armada, Jorge Swett Madge entre 1973 y 1984.Nuestros títulos, los cartones que tanto deseaban nuestras familias, horror, están firmados con su nombre.
Con Miguel y el resto del
curso, cerca de 25 con mayoría de mujeres, seguíamos sin entender qué diablos
había pasado en nuestra patria y con nosotros que veníamos llegando desde una
adolescencia a estudiar, a vivir, a soñar, a juntarnos a guitarrear (Miguelo
toca la guitarra y canta como los dioses, entre paréntesis) cuando faltaba
algún profesor o en esas horas muertas entre las clases maravillosas de la
mañana y las espantosas de la tarde, digo espantosas porque teníamos que
aprender Evaluación, es decir pura matemática, y la mayoría teníamos una
lobotomía en el hemisferio izquierdo del cerebro. Y Currículum y Sociología de
la educación y etcétera, etcétera, muertos de frío en invierno y sudando la
gota gorda en los días de calor que comenzaban pasadito el 18 de septiembre.
Éramos cabros chicos entre los
18 y los 20 cuando entramos.Nos creíamos grandes y fumábamos como chino en
velorio.Ellos se dejaron crecer el pelo y nosotras, los vestidos onda artesanal.
El uniforme eran los jeans por parejito. Andábamos sin un peso en los bolsillos.Eran
pocos los que se daban el lujo de almorzar sin beca y no tener aranceles
diferenciados que se decidían tras largas y extenuantes jornadas de
interrogatorios con la asistente social.
En fin, todo este cuento para
entrar en Yesterday, publicado este año 2024 por Signo Editorial. Miguel
nos regala estos cuentos cuyos títulos corresponden a las canciones que nuestra
generación cantó a todo pulmón, desafinando,pero con pasión o susurrando al
oído de una moza buena moza en las fiestas de sábado en la noche, que no era
tan noche, porque empezaban a las ocho y media, y a las doce en punto, las
cenicientas volvíamos a casa en una calabaza que se había convertido en
camioneta de mudanza del papá de las mellizas Díaz y nos salía a repartir por
el barrio Seminario. Ahora, don Mario sería nuestro Uber de las fiestas.
Disculpen estas salidas de
libreto, pero es el efecto de la lectura de cada cuento que he leído dos, tres
y más veces, porque puedo entrar en esos lugares, y estoy ahí esperando a que
me saque a bailar el niño que me gusta, pero no, saca a la rubia de ojos azules
con faldita plisada y zapatos de medio taco. Y de repente, alguien me saca a
bailar un lento: Una blanca palidez, la fiesta que inicia este libro
maravilloso. Es Ronny y pega su mejilla a la mía. Yo soy Consuelo y séqueno le
habría dado vuelta la cara cuando intentó besarme, porque ya estaba bajo el
hechizo de la música y dela piel de Ronny y del aroma de la colonia Flañode
Ronny, que es a lo que olían todos los chicos en ese tiempo. Y aunque nadie
habla ni entiende inglés, “eso no tiene ninguna importancia (porque) es la música
lo que se ama, la que se cuela hasta el fondo del alma”. Piano, bajo, guitarra,
retumbar de batería es lo que estremece más que las palabras porque ellas, como
indica el narrador, “se agotan en su significado, en cambio las armonías siguen
vibrando hasta la eternidad”. No podemos y no queremos olvidarlas.
Y no son solo las fiestas, es
la playa en las costas del Maule con Un verano naranja para Susana y
Juan Ignacio, el universitario que había conocido el verano anterior y con
quien mantuvieron encendida la llama con cartas que iban y venían de una ciudad
a otra.O Piano Man durante un verano en el campo donde ni siquiera había
luz eléctrica, pero alguien se había agenciado un tocadiscos y las parejas
bailaban bajo un parrónmientras comenzaba a atardecer.Y Mis manos en tu
cinturacuando alguien apagó la luz, y ya se sabe todo lo que puede pasar
cuando la luz se va y la música aplaude a esa juventud de sensaciones
primigenias, descubriendo y descubriéndose, porque las hormonas salen a recreo
y no dejan títere con cabeza. Y las chicas esperando con ansias que les
“pidieran pololeo” y ella sabía que era necesario decir que “tenía que pensarlo”,
porque una señorita no podía, así como así, decir, ya, qué bueno, por fin te
decidiste, y vamos con los besos y los atraques. Entiendo que esa expresión,
ahora tiene un significado más audaz que el que conocimos los de nuestra
generación que ahora se balancea sobre la tela de la araña de la senectud.
Por último quiero decir que
este libro lo leo como una novela dividida en capítulos cuyos títulos son las
letras de las canciones que conforman la banda sonora de nuestra época. Hay
tantos personajes como canciones/himnos y todos ellos cuentan una historia. Hay
distintos escenarios o espacios donde ocurren los diversos acontecimientos. Y
lo principal es, que unidos en este libro, se potencian entre sí logrando una
multiplicidad de sentidos y significación que llevan a una dimensión superior
que mira hacia la eternidad.
Celebro este libro por su
belleza, potencia, registro de época y de una épica de los sobrevivientes o
veteranos de guerra sucia que resultamos ser, porque nos cortaron las alas en
pleno alzar el vuelo y nos dejaron frente a un futuro incierto y doloroso para
la historia de Chile. Es entonces cuando 50 años después aparece Miguel de
Loyola con Yesterday que recupera con estas historias ese tiempo juvenil
que se empezaba a abrir en su casulla para que pudieran saltar a la vida esos hombres
y mujeres que tuvimos que crecer a la fuerza y por la fuerza de la vida que
pide más vida.
Yesterday (Traducción)
Ayer
Todos mis problemas parecían tan lejanos.
Ahora parece que están aquí para quedarse.
Oh, yo creo en ayer.
De repente
No soy la mitad del hombre que solía ser.
Hay una sombra colgando sobre mí,
Oh, ayer vino de repente.
Ayer
El amor era un juego tan fácil de jugar.
Ahora necesito un lugar donde esconderme.
Oh, yo creo en ayer.
Gracias Miguel de Loyola por
darnos un pasaje en Yesterday,tu máquina del tiempo, para regresar a ese lugar
sagrado de la adolescencia, porque como dice otra canción: “uno vuelve siempre
a los viejos sitios donde amó la vida”.
Teresa Calderón
Santiago, 20 de noviembre/2024
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