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Una de las muletillas curiosas adoptadas por los chilenos en los últimos tiempos, es decir -a propósito de cualquier cosa- “todo un cuento”. La repiten tanto los jóvenes como los adultos en sus conversaciones diarias. Lo interesante del fenómeno lingüístico es que resulta un modismo tendiente a reducir el habla a las mínimas palabras. Cuando alguien no quiere describir lo que está contando, reduce con esta expresión los pormenores de una situación. Sin embargo, con ello privamos a nuestro interlocutor de entender lo que se nos quiere decir en concreto, apelando de esta manera a algo que se da por sobre entendido. Lo que, por cierto, está lejos de serlo realmente. La reducción del idioma a frases como estas, limita la comunicación y, sin duda, pone en evidencia la escasez de vocabulario del hablante.
En Chile, en los últimos años caminamos hacia un lenguaje minimalista que nos aleja de la comunicación entre las personas. Esta parece ser una característica del chileno de nuestro tiempo. Lo curioso es que los españoles, a quienes les debemos la lengua, no van por el mismo camino que nosotros. Ellos siguen haciendo uso del castellano con todas sus variantes y riqueza de vocabulario. Basta con escuchar en un canal español hablar, no sólo a los intelectuales, si no también al hombre corriente, para captar la diferencia en el uso del lenguaje. Ellos se explayan largamente sobre cualquier tema, describiendo al detalle lo que se les pregunta o lo que por sí mismos cuentan. En cambio nosotros, nos hemos acostumbrado a expresarnos mediante monosílabos, o bien con frases en que se da por sobre entendido algo que está lejos de serlo. Cuando en casa le preguntamos a nuestros hijos qué tal estuvo la fiesta, el paseo, el partido, etc., nos entregan mediante este tipo de alocuciones sus vivencias. Y nosotros, por lo pronto, a su vez tendemos a hacer lo mismo. Es decir, a contar lo menos posible diciendo a modo de colofón “todo un cuento”. Pero resulta que con ello no hemos dicho absolutamente nada. Sólo hemos expresado el estado de apatía que nos caracteriza hoy por hoy como pueblo. Quizá, para salir de ese estado, necesitamos contar y que nos cuenten el “cuento” completo, a la manera cómo solían hacerlo nuestras abuelas junto al brasero.
Comentarios
Màs de cinco milenarios antes de nuestra era, los hombres, que anhelaban tanto comunicar, inventaron la escritura para explicar, conmover, sorprender, deslumbrar...era ya TODO UN CUENTO...
Simone
Saludos.
besitos