El escritor
norteamericano, John Updike, recrea en Terrorista, los posibles entretelones
que llevan a los jóvenes estadounidenses musulmanes a convertirse en
terroristas. La novela desarrolla morosamente las raíces posibles del fenómeno,
tomando por modelo a un joven de ascendencia árabe, Ahmad, quien aconsejado por
su guía espiritual, sheij Rachid, imán de la mezquita que habitualmente visita
desde niño, terminará convertido en un fanático fundamentalista, capaz de
cumplir órdenes completamente demenciales, cegado por esa visión de un dios
vengativo y sangriento, totalitario, absoluto.
La pericia del
narrador para sumergirnos en la historia es notable, notable la penetración
psicológica de la sociedad completa, desarrollando no más de cuatro o cinco
personajes, nos internamos en el corazón de los Estados Unidos, apreciando sus vicios
y bondades. La crítica social es ácida,
busca poner a contraluz las razones contundentes que inducen al odio de quienes
se sienten extranjeros en el país que habitan. Tal es el caso de Ahmad, de
padre de origen árabe, ya dijimos, pero de madre estadounidense, con los
atavíos propios a esa generación setentera, rebelde y hippie. También del
profesor Jack Levy, de ascendencia judía, quien en su calidad de profesor, conoce
muy de cerca la epidemia de males que afectan a la juventud de su país. Un país
que aprecia a pesar de todo, y del cual se siente agradecido, y por eso trabaja
todavía por un mejor porvenir para los jóvenes.
Updike, describe
minuciosamente detalles de los Estados Unidos pos atentado de las Torres
Gemelas, buscando acaso una explicación frente a un hecho sin precedentes en la
historia del gran país del Norte. Es en este escenario donde se mueven sus
personajes, retratando claramente taras y lacras que infectan a los individuos,
llevándolos al descrédito del mundo y al desencanto de sí mismos. El sexismo,
por ejemplo, retratado en la figura de Joryleen, quien siendo apenas una
muchacha, se ha prostituido para complacer los antojos de su hombre, fiel
retrato del clásico cafiche de todos los tiempos y en todas las sociedades. La
gordura, perfilada en Beth, mujer del profesor Levy, un problema que afecta a
la mitad de la población norteamericana, atosigada por la abundancia de
comestibles y horas inertes. Las creencias religiosas, que ciegan al
protagonista y a un número importante de ciudadanos que operan en redes
subterráneas, horadando las bases de la sana convivencia, convencidos en la
necesidad de exterminar a Satanás de la tierra. El nihilismo y la depresión
personificada en la persona de Jack, mal flagelante que congela las almas de
quienes se dejan arrastrar por las desilusiones del diario vivir. Las redes de
inteligencia, creadas por el Poder, otro mal enquistado en las sociedades más
sofisticadas del planeta con el propósito de controlar al hombre, de inducirlo
y conducirlo hacia fines predeterminados, manejándolo mejor que a un esclavo.
La historia es un remolino que reduce
perpetuamente a polvo a la humanidad, apunta por ahí Jack Levy, el
profesor, en una clara muestra de su total escepticismo respecto al hombre. Sin
embargo, pese al estado de apatía que lo embarga en sus últimos años, se
interesa por el futuro de Ahmad, en quien descubre, aunque tardíamente, una
inteligencia particular, y será el profesor -y aquí podemos leer a todas luces
un mensaje al descubierto- quien consiga destrabar la ceguera religiosa de
Ahmad. Es decir, podríamos inferir que se pone la fe en los educadores, en su
importancia para el desarrollo de las nuevas generaciones, otorgándole así un
papel fundamental a la educación, en un momento en que parece haber perdido
importancia para los gobiernos del mundo entero, tras dejarla en manos de los
propios alumnos.
Las citas
precisas del Corán, otorgan credibilidad absoluta al relato, dando evidencia
además del trabajo minucioso realizado por John Upidike para escribir la que
terminará siendo su última gran novela, publicada en el 2006. Definitivamente,
los escritores norteamericanos fueron los más grandes escritores del siglo XX.
Miguel de Loyola - Santiago de Chile -
Octubre del 2016
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