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Constitución, Nueva Bilbao.


La ciudad de Constitución ha vuelto a levantarse después del sunami devastador del 2010. Las casas que se llevó el terremoto y el mar han sido poco a poco remplazadas por nuevas edificaciones. La otrora Nueva Bilbao, como fuera nominada en un principio por su fundador, Santiago Oñederra, tiene alma de gato de siete vidas.
Seguirá eternamente levantándose porque sus habitantes no descansan en su afán de verla hermosa y floreciente. Sus calles lucen limpias y adornadas por jardineras repletas de flores. Algo hay en esta ciudad que invita al visitante a quedarse. Nadie que haya pasado alguna vez por sus calles y costaneras podrá olvidarla. Su fisonomía es tan variada que la constituye en una ciudad novedosa y alegre. La perla del Maule la llamaban otrora. ¿Será la rivera del rio Maule lo que la hace única? ¿Serán sus roqueríos de la playa, el color intenso de la arena gris, sus dunas, o la imponente roca llamada Piedra de la Iglesia que enfrenta estoica desde tiempos inmemoriales los embates del Océano Pacífico?

Constitución es una ciudad emplazada al costado sur de la desembocadura del río Maule, mirando de preferencia al río, porque del mar la cubre el cerro Mutrún. Una muralla natural que protege la ciudad de los ventarrones marinos, mientras el viento más calmo del río barre sus calles y las mantiene aireadas y limpias. Sus playas se extienden hacia el sur, y son un verdadero portalón abierto a las olas que se suceden unas a otras, lamiendo voraces la arena gris y dejando su estela de espuma blanca. Son seis kilómetros de playas separadas unas de otras por enormes roqueríos, que semejan animales mitológicos petrificados.


En paralelo al borde costero, y protegidos por la cadena de cerros que rodea la costa, han resucitado los restaurantes de antaño que destruyera el sunami del 2010. Lucen ahora renovados y modernos, siguiendo el nuevo estilo gourmet que se ha impuesto a lo largo del país y del mundo entero. La carta de platos ha variado, lo mismo que los peces del mar, porque ya no es fácil encontrar los clásicos pejerreyes fritos y la fabulosa corvina a la plancha de antaño. Pero hay otros, una variedad innumerable de exquisiteces, donde no falta el Pollo a la Marinera, un plato imperdible en los restaurantes del Maule.

El mercado Municipal, llamado aquí Mercado Particular, se ha transformado en un espacio donde imperan cocinerías criollas, ofreciendo platos a muy buenos precios y de excelente calidad. Las cocinerías han desplazado a los clásicos puestos de artesanía, verdulerías y pescaderías de antaño. La gente acude ahora al mercado principalmente a comer, porque allí los precios están al alcance de cualquier bolsillo. El pescado frito, cuyo color dorado enciende centelleante el apetito, espera a los visitantes junto al clásico mariscal.  

Constitución fue una ciudad puerto que en su mejor momento alcanzó la categoría de Puerto Mayor, por su intensa actividad portuaria. Entonces salían por mar las cosechas de la región hacia el norte del país. Pero un cambio radical en la geografía de la desembocadura del río, cambiaría su destino portuario por el forestal. Fueron famosos sus astilleros, donde se construían los conocidos faluchos maulinos, navíos con esqueleto y cuerpo de roble trabajado a mano. En ellos muchos chilenos se embarcaron a California, tras la fiebre del oro.

Después del Sunami, se ha levantado al costado del río un malecón de granito que recorre aquel costado de la ciudad de punta a punta, para protegerla de otra eventual entrada del mar río arriba. La isla Orrego, ubicada al centro del río, ha vuelto a ser un paseo imperdible para los veraneantes que cruzan en bote o lanchas a sus playas de arena tibia. La clásica vuelta a la isla en catamarán sigue siendo un paseo muy atractivo.

Debido a su auge constante, Constitución sigue creciendo hacia los cerros aledaños. La planta de celulosa CELCO, prodiga de trabajo a los lugareños y mantiene en crecimiento la actividad forestal en la región. Si alguna vez se cuestionó su instalación en las inmediaciones donde estuviera ayer el puerto, hoy día se advierte que ha sido vital para el progreso de la ciudad.


Miguel de Loyola – Constitución – Marzo del 2018

Comentarios

Anónimo dijo…
Miguel, me encanta esta descripción de la ciudad de Constitución resucitada y llena de vida, que da ganas de ir a visitarla y hasta quedarse.
¡ Cuánta energia, cuánto ánimo tuvieron los habitantes para reconstruir y seguir adelante ! Es un amor auténtico a su ciudad, es casi mágico sentir esta vida que fluye en todas las arterias de esta -nueva- población...
Gracias por este testimonio conmovedor.
Simone

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