Para el caso de este libro, resulta indispensable comentar su título: Tan lejos de los dioses, el cual, por decir lo menos, resulta impresionante. Desde luego, da cuenta de la suspicacia del autor para resumir en una frase el sentido de su libro. Pero más allá de eso, refleja una clara falta de intención de impresionar, como contrariamente suele asistir hoy día a quienes publican un libro. Aunque también podría tratarse de aquel viejo tópico literario conocido como falsa modestia.
Ramiro Rivas, reconocido narrador perteneciente a la
llamada generación de los novísimos, no
quiere ostentar sobre lo bien que escribe, lo interesante que son sus relatos.
Por el contrario, prefiere dejar las cosas claras desde un principio: lejos o
Tan lejos de los dioses. Así aclara que la publicación de este libro no
responde al deseo de entrar en competencia alguna, que sus cuentos no fueron
creados para disputarle el puesto a nadie, como se estila hoy en día entre las
nuevas generaciones al hablar de narrativa, como si fuera una especie de deporte,
otorgándole un valor de competencia que el arte por suerte nunca tuvo, salvo en
los últimos tiempos, cuando todo ha devenido en mercancía. Se sabe de la
industria del libro que campea hoy en el mundo, imponiendo sus productos lo
mismo que los perfumes, aunque se trate en muchos casos de basura. Se sabe de
los premios que se otorgan por conveniencia a los amigos y correligionarios de
una cofradía, se sabe de los fondos que reparten los Estados y municipios para
mantener a los artistas sujetados…Se saben por cierto muchas cosas oscuras,
pero también se sabe lo poco o nada que sirven para la historia del arte y la
literatura, que afortunadamente siempre se salva por sí misma.
Los cuentos de Ramiro Rivas en este libro y en otros
anteriores de su autoría, vienen a poner en evidencia sin duda una verdad tan
grande como una catedral: lo lejos de los dioses que vive el hombre de nuestro
siglo. Los personajes que transitan por sus cuentos así lo perfilan, lo
muestran y demuestran con sus vidas. Personajes marginales o marginados,
personajes anónimos, sencillos, de extracción social humilde en su mayoría, generalmente
solitarios, abandonados en un bar de mala muerte o de malas pulgas, que más que
vivir la realidad, la sueñan, la imaginan, o la suponen. Personajes cuya mirada
está minada por el alcoholismo, o por el
abandono de sí mismos, como ocurre en La mujer de las gafas oscuras, Pesadilla,
La
chica punk y la noch. El espíritu de Eduardo Mallea…
La narrativa de Rivas responde indudablemente a esa
mirada desencantada que caracterizó a los narradores de su generación, y que
persiste hasta nuestros días en las nuevas generaciones como un estigma de fin
de mundo. Desde luego, cabe preguntarse de dónde surge esta mirada, de dónde
proviene tal desencanto, tal carencia de ilusiones, tal falta de alegría y
ganas de vivir. Los personajes lejos de representar héroes o heroínas, encarnan
individuos anodinos o malditos, emulando a veces a los personajes del género
negro, por su condición marginal, fuera o al borde del orden establecido.
Los novísimos tal vez sea la generación más afectada
por las convulsiones sociales vividas y sufridas en América latina, y tal vez
por allí se podría encontrar una parte de la hebra del desencanto. Sin embargo,
dichas convulsiones sociales —sabemos— estaban cargadas de sueños, sueños que
no aparecen en sus textos por ninguna parte, y la tendencia persiste en ver el
vaso medio vacío como se estila decir hoy día en psicología. Los cuentos de
Ramiro Rivas dejan al descubierto esa carencia, denuncian esa falta de sentido
que sacudió a su generación, pero que aún persiste, sólo que ahora, en los
últimos tiempos, se ha visto entrecruzada o fundida con otras culturas, tras la
permanente migración de los pueblos de América, tras el traslado de un país a
otro, tras la combinación de culturas que ha abierto nuevos horizontes y también
nuevos problemas. Noche de ronda, acaso el mejor cuento del libro, recrea eso,
pone la lupa allí, sobre una realidad social cada vez más revuelta, y saca al
clásico antihéroe chileno del centro e instala otro, aquel que ha venido de
afuera buscando fortuna, aquel que ha viajado desde el desierto a la tierra
prometida.
Con todo, Tan lejos de los dioses expresa la
inminencia de los cambios, el traslado o fin de ciertos principios, el ocaso
total de los ideales que ayer enarbolaron los novísimos pero que jamás
expusieron de frente, sino de manera solapada, resentida, disfrazándola de personajes anodinos, extraviados en un mundo
que a pesar de los ideales, para muchos nunca cambia, sigue siendo el mismo.
No resta más que felicitar al autor del libro.
Miguel de Loyola – El Quisco – Diciembre del 2022
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