La novela Taxi del narrador español Carlos Zanón, conecta al lector con la agitada vida de Sandino, un taxista de Barcelona que no para de meterse en problemas y vivir aventuras amorosas. Los acontecimientos se suceden unos a otros sin descanso. Un narrador en tercera persona va acotando los movimientos del taxista sin perturbar su camino dando explicaciones respecto al personaje. Lo deja libre a su conciencia y a la interpretación del lector.
La novela recuerda, por su estilo
vertiginoso y delirante, las del escritor argentino Osvaldo Soriano, quien lo
mismo que Zanón, no para un solo instante de narrar acontecimientos relativos a
la vida desbocada que corren sus personajes, en particular su protagonista. La historia
avanza siempre desde un presente inmediato, de un aquí y un ahora en pleno
desarrollo, sin volver la vista atrás, hacia lo que pudiera justificar ese
ahora delirante.
Cabe preguntarse, frente a novelas
como estas, cuál es la cuestión de fondo, qué es lo que realmente importa o
quiere contarnos el novelista, si sólo una seguidilla de acontecimientos o algo
más relativo a sus personajes, a sus verdaderos problemas. Pero la vehemencia y
la velocidad con que se mueven, impide una aproximación a cuestiones más de
fondo. Desde luego, cuesta entrar en el juego, cuesta creer que alguien pueda
llevar una vida tan intensa, plagada de aventuras y peligros sin detenerse
jamás. Sandino no para, lleva pasajeros que a su vez lo inducen a entrar en
otras historias tan febriles como las propias.
Zanón escribe bien, engarza bien las frases, lleva al lector al
centro de la acción, lo mantiene entretenido y en suspenso durante todo el
relato; salvo, acaso, hacia el final, cuando ya la historia se sale de sus
márgenes y se mete en otro entuerto que, a esas alturas, cuesta enganchar.
Sandino está casado, pero ha sido
infiel toda su vida, y sabe que su mujer lo va a dejar por esa razón y otras de
un momento a otro. Por eso no vuelve a casa, por eso se escabulle por la ciudad
recogiendo pasajeros de día y de noche, no quiere enfrentar su realidad. En ese
sentido, la novela arranca bien, bajo ese pretexto, pero poco a poco la idea se
va desinflando en medio de tantas peripecias, diluyéndose un poco o bastante la
entidad del protagonista que había conseguido poner en pie.
Miguel de Loyola – Santiago de Chile
– Mayo del 2024
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