La ironía y el sarcasmo de Saramago
para cuestionar la realidad, continúa la línea de los grandes maestros clásicos,
Gogol, Melville, Kafka... En La caverna, recrea el drama de un ceramista
en medio de la modernidad, cuando sus productos de barro pierden todo valor y
son eliminados del mercado.
El mercado es aquí satirizado, nominado como Centro,
un gigante fácil de identificar con los llamados mall, los hipermercados, esos grandes
centros de consumo y de poder, las nuevas catedrales -sabemos bien- de la
modernidad, lugares donde el hombre actual rinde su culto.
Es notable la maestría y sutileza
del Premio Nobel portugués para mostrar al alfarero en su intimidad, en sus
conflictos interiores, en esos reticulados de la mente, en sus pensamientos tan
hábilmente expresados por un narrador omnisciente, dotado de sensibilidad psicológica
inigualable para acotar momentos reveladores de la naturaleza humana. En ese
sentido, Saramago no da nunca un paso atrás,
al contrario, avanza y se hunde
en el alma de sus protagonistas para sonsacarle su verdad. Una verdad ecuménica,
porque involucra a toda la humanidad, donde el lector se hace parte, sumándose
y sintiéndose protagonista también. Hay pasajes verdaderamente maravillosos, donde
fluye el devaneo natural de la mente enfrentada a problemas indisolubles, como
la viudez, el desempleo, y muy particularmente. la pérdida del valor del
trabajo que, para el caso del alfarero de gredas, le da -y le ha dado a todas las
generaciones anteriores a la suya-, sentido a su existencia.
La personificación del llamado Centro,
como eje motor del cual penden las vidas del hombre actual, de hecho, los empleados viven allí mismo, en
su interior, conformando la estructura granítica de su poderío sobre las almas,
a este lector recuerda El castillo,
de Kafka; aunque Saramago va todavía más al fondo de la historia en sus
pretensiones simbólicas, buscando hacia el final del relato, una clara
referencia metafórica con el mito de la caverna de Platón,
convirtiendo así a sus personajes y por extensión alegórica al hombre actual, en
un espejismo de lo real. En sombras que se disuelven en medio de esa neblina manejada
por el poder.
La tentación de citar párrafos
notables de la novela resulta irresistible, donde la expresión contiene
verdades de tan obvias, olvidadas en medio de la vorágine del mundo moderno.
Léanse algunas:
"es necesario comprender que
en las circunnavegaciones de la vida un viraje menos para uno puede ser para
otros una tempestad mortal, todo depende del calado del barco y del estado de
las velas. "
"lo mas seguro es que la
mujer prefiera que el acto amoroso se inicie con una charla pausada, sin
prisas, y mientras sea posible ajena a esa idea fija que, semejante a un trompo
zumbador, gira en la cabeza del hombre. "
"es sabido que un caballo
cojo no lleva recados, o, si los lleva, se arriesga a dejarlos por el
camino."
"ya eres bastante mayor para
saber que no hay otra manera, aunque lo parezca, no fingimos ante los otros,
fingimos ante nosotros mismos."
Cabe señalar también el clima de
respeto mutuo existente entre padre e hija, yerno y suegro, mujer y esposo, y
en todo el núcleo familiar. La relación afectiva recuerda, ciertamente, aquella
atmósfera existente al interior de una familia de provincia, donde el respeto
por el otro constituía un valor inquebrantable. Los diálogos sostenidos entre
padre e hija, son un ejemplo de entendimiento en estas horas de discordias
familiares, y quiebres generacionales. Lo mismo ocurre en los diálogos amorosos,
ya entre Isaura y Cipriano Algor, el protagonista: y Marta Algor y Marcial
Gacho, el yerno. La ternura conmueve y convence, y nos da esa visión
radiográfica de los intersticios del alma humana, donde todavía imperan valores
supremos e incorruptibles .
No hay dudas, Saramago en su literatura hace filosofía, induciendo al
lector a la reflexión más profunda, además del goce estético que el discurrir literario
produce. La caverna es otro de sus libros
alusivos a los problemas de la actualidad. Sus obras, sin duda, constituyen una
excepción en medio del desaliento existente en tantos libros inútiles de
nuestro siglo.
Miguel de Loyola - Santiago de
Chile - Marzo del 2014
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