Por Miguel de Loyola
No hay dudas, Nicanor Parra le cambió
el aire a la poesía. Eso es antipoesía. Un giro, una voltereta, un cambio en la
manera de mirar y medir la realidad. En tal sentido, Nicanor es nuestro poeta más subversivo, porque
viene a subvertir los valores del espíritu. Algo muy Nietzscheano, por
supuesto.
Algo muy complejo, poco comprensible todavía para muchos, dado que la
poesía de Parra juega con los valores
idealistas, poniéndolos abiertamente en jaque, cuestionándolos al extremo de
causar la controversia necesaria para devolver -al hombre- a repensarse a sí
mismo, obligándolo a salir de su caverna a enfrentarse con la fría realidad del
día a día, y a vivirla palmo a palmo. Esa realidad por siempre múltiple, y muy
pocas veces cerrada y completa como la viera y postulara Hegel, y por
consiguiente, el propio Marx en sus teorías, sino por siempre variable,
semejante al espíritu humano, cambiante, voluble, en evolución permanente, y Parranada
o Parranunca, previsible: "Durante medio siglo/ La poesía fue/ El paraíso
del tonto solemne,/ Hasta que vine yo/ Y me instalé con mi montaña rusa.//
Suban, si les parece.../ Claro que no respondo si bajan/ Echando sangre por
boca y narices."
Hay también en la poesía de Parra un
juego del lenguaje que nos recuerda nuestras más profundas raíces campechanas,
donde el verbo surge de improviso, como una corazonada frente a un hallazgo
inesperado, frente a un hecho insospechado, frente al amor, frente al olvido,
frente a la sorpresa de saberse vivo. Su poesía es un espejo del corazón del
huaso ladino de nuestros campos, que sabe muy bien hacerse pasar por tonto, sabiendo
de antemano por donde pasa el camino, por donde va el orden de las cosa, por donde
circula el Poder, y de quienes aspiran a él, encubiertos, enmascarados bajo
consignas. "Nervioso, pero sin duelo/ A toda la concurrencia/ Por la mala
voz suplico/ Perdón y condescendencia.// Con mi cara de ataúd/ Y mis mariposas
viejas/ Yo también me hago presente/ En esta solemne fiesta//(...) El vino es
todo, es el mar/ Las botas de siete leguas/ La alfombra mágica, el sol/ El loro
de siete leguas.// (...) El pobre toma su trago/Para compensar las deudas/ Que
no se pueden pagar/ Con lágrimas ni con huelgas.//."
La sapiencia del huaso chileno está viva
en cada uno de sus versos, si no queremos meternos en mayores profundidades. Porque
la antipoesía avanza hacia esos sectores inexplorados del subconsciente,
develando y advirtiendo sus misterios insondables, y riéndose de ellos a
carcajadas sarcásticas. "Sepulturero, dime la verdad,/Cómo no va a existir
un tribunal/ ¡O los propios gusanos son los jueces!/Tumbas que parecéis fuentes
de soda/ Contestad o me arranco los cabellos/ Porque ya no respondo de mis
actos,/ Sólo quiero reír y sollozar...."
La precisión métrica de sus versos,
encierra el saber y el uso perfecto de la lengua castellana. Y es que no hay un
sólo verso de Nicanor que no esté sujeto al habla cotidiana, enseñando así la
naturalidad del lenguaje coloquial que se urde por sí solo en versos. Al uso
del idioma que da cuenta del alma humana. "De estatura mediana,/ Con una
voz ni delgada ni gruesa,/ Hijo mayor de profesor primario/ Y de una modista de
trastienda; / Flaco de nacimiento//Aunque devoto de la buena mesa;/ de mejillas
escuálidas/ Y de mas bien abundantes orejas....
La ironía que imprime en su versos,
responde a la esencia de la antipoesía. Es un escudo, una coraza que buscando
esconder al hombre, da cuenta de su más profundo dolor existencial, enfrentado
a cualquier sentimiento o circunstancia. "Juro que no recuerdo ni su
nombre/ Mas moriré llamándola María,/ No
por simple capricho de poeta: Por su aspecto de plaza de provincia./ ¡Tiempos
aquellos!, yo un espantapájaros,/ Ella una joven pálida y sombría./ (...) Nunca
tuve con ella más que simples/ Relaciones de estricta cortesía,/ Nada más que
palabras y palabras/ Y una que otra mención de golondrinas/...
La antipoesía es el lenguaje de la
juventud, por eso los jóvenes de ayer y de hoy adhieren y aceden a ella con
mayor facilidad. La influencia de Parra en los poetas de nuestros días no puede
ser más notable, sólo hay que mirar las obras de las generaciones subsiguientes
a la suya. Su revolución en cincuenta años fue total. Definitivamente, le
cambió el aire a la poesía.
Miguel de Loyola - El Quisco - 2014 - 100 años de Nicanor.
Miguel de Loyola - El Quisco - 2014 - 100 años de Nicanor.
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