La novela de Jorge Edwards, El inútil de la familia, avanza de menos a más. Con un comienzo algo farragoso, sobrecargado de conjeturas y comentarios que entorpecen la narración, consigue finalmente transformar la biografía de Joaquín Edwards Bello en ficción. Los últimos capítulos son notables y ponen en evidencia el oficio del escritor.
Lo que desagrada en
los primeros capítulos, tal vez sea el tono despectivo y vertical con que el
narrador maneja al personaje, como si se tratara de un monigote, de un títere
carente de personalidad propia. Hay un exagerado desdén hacia las debilidades y
contradicciones del protagonista colisionando con la idea que el lector, en su
propio imaginario, por cierto, guarda del Joaquín Edwards Bello real. Sin embargo, en la
medida que el texto avanza, la mirada, el trato, se va haciendo cada vez más
horizontal, realzando la verdadera personalidad de uno de nuestros más grandes cronistas.
Edwards, el sobrino,
se da maña para entrecruzar la vida de su tío con las novelas escritas por
aquel. Trabajo que denota la sagacidad de un novelista experimentado,
convirtiendo finalmente el relato en una biografía ficción. La novela da cuenta
de medio siglo de historia, no sólo del protagonista, sino también de muchos
otras personalidades pertenecientes a su misma clase. Una aristocracia rancia,
decadente, en plena época de extinción. Tema bastante recurrente en
algunos escritores de la llamada Generación del 50`.pertenecientes o cercanos a
esa clase social. Chilenos que vagan por Europa bajo el convencimiento de pertenecer
a las familias más respetables de su país, derrochando dudosas alcurnias y
fortunas, enloquecidos por el encanto mitológico de la Ciudad Luz.
El Inútil de la familia, por cierto, alude al título de la novela
de su tío: El inútil, obra con la cual el
tío consiguió el desdén de sus parientes y posiblemente la expulsión definitiva
del clan familiar. Cuestión que al propio Joaquín, como apunta el sobrino en la
novela, nunca le importó demasiado. Sus ansias
de independencia y liberación de una clase que le imponía distancias sociales
absurdas, lo llevaron a recorrer un derrotero inverso. Queda la duda, en todo caso, hasta dónde la novela
da cuenta de la realidad, o en qué momento funciona sólo la propia ficción del
novelista. Allí radica, como sabemos, el valor de toda obra literaria de
creación.
En cualquier caso, el
nutrido repertorio de nombres y situaciones “reales” recreadas en la novela, constituyen un aspecto interesante
de comentar por lo familiares y emblemáticos que resultan al lector nacional.
Personajes como Perico Vergara, Cuevitas y otros, como la misma Mayita, a
quienes sabemos de carne y hueso, y que conformaron la vida íntima de Edwards
Bello, sumados a las incontables alusiones a los intelectuales de entonces,
como Borges, Neruda, Donoso, Luis Oyarzún, Coloane, Eca de Queiroz, Guy de
Maupassant, sólo por nombrar algunos de los innumerables que aparecen. El mismo
Alejandro Dumas hijo, de quien el narrador nos recrea más de algún capítulo
de La dama de las camelias, junto con la
personalidad de sus personajes, etc., constituyen un aporte intertextual
importante para el lector. Lo mismo la recreación de lugares concretos de la
ciudad de Valparaíso, Santiago de Chile, París, Madrid, etc.
Así, El inútil de la familia, termina por convencer, y a enseñarnos
más de alguna de las sutilezas existentes entre realidad y ficción. La
presencia de la Walter heredada del abuelo, como presencia constante, sirve de
acicate para amarrar la intriga, aunque sepamos de antemano el trágico final.
Miguel de Loyola – Santiago de Chile
- 2008
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