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Reina de la vendimia, por Ignacio Tamés García

 


Como se señala en el comienzo de la  novela La reina de la vendimia recientemente publicada en Santiago de Chile por Miguel de Loyola “Hay personas a quienes el vino mejora su estado de ánimo, mientras a otros los deprime. También hay quienes enloquecen cuando ingieren dos gotas de alcohol. […]

La tradición y las leyes de la herencia, no obstante, juegan un relevante papel en la ficción creada por el autor chileno y en el primer capítulo se resalta que:[...]“Todo lo aprendió de su padre y este a su vez del suyo. Esto del vino es un saber hereditario, se heredan las técnicas primarias y luego aplicas las nuevas tecnologías” […]  Y con ello se presenta en el comienzo de la ficción la posible intervención del dios Dionisios y de la lujuria que con frecuencia acompaña al vino cuando se refiere. “Al momento de probar aquel elixir, vi a Dionisios encaramarse sobre la tarima…su cabeza una frondosa corona de parra y en su mano la correspondiente copa de tinto”. […] “Imaginé las orgías en plenilunio sobre las colinas griegas, la corte de mujeres que seguía al dios hasta las altas cumbres, liberando paso a paso sus miedos” […] “una sonrisa sensual teñía su rostro de lujuria. Las mujeres se agolparon en torno suyo. Las vi sumarse entusiasmadas al grupo para alabar al dios del vino”. El narrador, no obstante, es experimentado y algo prudente en el comienzo de la ficción y no cae en el señuelo de escribir una trama dionisiaca y sensacionalista por lo que el primer capítulo concluye con esta significativa frase […] Yo salía de aquel jolgorio cargando una que otra pesadumbre.   Y es que el vino y con el vino la ebriedad también pueden ir asociados no solo a la liberación de los instintos más primarios del ser humano sino al sentido de culpa y en ciertos casos también a lo inexorable de un destino fatal así como también se halla presente en el sentido de la trascendencia de la existencia de los seres humanos mediante el rito religioso, al menos en el cristianismo, que va más allá de la memoria y el recuerdo lo cual es parte esencial de esta narración. Estamos en definitiva ante una narración lineal en la que la final presencia del rito cristiano prevalece y supera el culto al dios helénico  Dionisios o Baco para los romanos   

Dentro de ese contexto la aparición de Satán, Belcebú, Lucifer o cualquier otra denominación que el Ángel Caído pueda haber tenido en la demonología también se halla presente en algunos pasajes de la narración  y su presencia va más allá de aportar una mera interjección en el relato como podemos percibir mediante una lectura algo más detenida de alguna de sus, al menos a mi juicio, aparentemente poco relevantes apariciones cosa que se puede matizar de varias maneras. Así podemos leer que Satanás aparece en la narración en el Capítulo 8  titulado De los orígenes. “que comienza con esta cita de Tucídides “Las gentes del Mediterráneo empezaron a emerger del barbarismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid”. Capítulo en el que se evoca El Maule, región originaria del autor, en el que se refieren pasajes en los que queda muy patente las fatales consecuencias a las que puede conducir la ebriedad y el abuso excesivo del vino si además llega a cruzar con la lujuria. Así podemos resaltar, por ejemplo, esta cita tragicómica […] Era cosa de ver enloquecer a los chanchos hasta desplomarse cuando les arrojaban el orujo. […] O la mención de las aportaciones a la producción de vino por parte del personaje “el abuelo” y su saber ancestral respecto a quien se refiere expresamente […] Algo le ponía el viejo en secreto más de algún maleficio.[…] Tampoco faltó quien insinuara un pacto secreto con el mismísimo Satanás, por la abundancia sorprendente de sus cosechas […] Lo cual se hace bien expreso en el cap. 10  (tras el precursor cap.  9.- Vino caliente. ) que ya lleva el significativo título 10.- Vino de la discordia En el que se refiere la escasez del preciado  y escaso vino y ahí justamente es cuando aparece Satanás  en el relato aliado con la ebriedad y los celos pues solo queda […]Una sola botella de vino […]  y algo más adelante se indica en el capítulo de esta novela coral que  […] Comprendía el sufrimiento de Peralta, también su necesidad de beber hasta emborracharse […]  La mala suerte o el mismo demonio puso en la mano de Peralta el gollete de la botella recién rota y con ese arma mortífera le propinó a su rival la letal cortadura en el cuello.[…] Mi énfasis

La novela es en realidad una novela coral en la que van apareciendo y desapareciendo los personajes sin que su trama se centre en un determinado protagonista que sea el centro esencial del relato. Y así es que cuando se produce la muerte de Mañungo causada por Facundo Peralta  aparecen unas voces extraídas de entre las voces del pueblo las cuales califican el homicidio de entre las cuales podemos destacar esta frase de una de esas voces populares cuando dice y hace aparecer al diablo de una forma muy expresa en relación a la discordia que causó el fin de la vida de Mañungo: […] Fue por causa del demonio de esa mujer sentenció doña Adelaida […]                                          Mi énfasis

El diablo, el demonio o cualquier otra denominación que hubiera podido utilizarse para indicar su presencia se halla presente en definitiva en el pueblo y es en realidad un ser, quizás un personaje más de la comunidad, que hace su aparición en un momento muy determinado y especial como es el momento en el que muere asesinado uno de los miembros de la comunidad por causa de los celos, la lujuria o la escasez del preciado y escaso vino que generó la fatal discordia que concluyó con la vida de Mañungo. Puede que sea una aportación crítica que no diga mucho a los lectores más escépticos de los comentarios que se publiquen sobre esta novela, pero creo que no se debe evitar la mención de la aparición del diablo en la trama y alguien tendría que referirlo sin entrar en esoterismo especulativo ni sensacionalismo de ninguna clase. Y se debe aportar porque el relato continúa con diversos capítulos  sobre el proceso tecnológico en la producción del vino 11.- Embotellado 12.- Vino y se fue.   En el que se refiere  la llegada de la […] Semana Santa […] 13.- Fin de fiesta en el que se cuenta que […] la mayor fiesta es […] después de la vendimia […]  o el   14.- Faro de San Francisco y el cap. 15 .- Vino de mesa con el que se llega un final que no es el final. Pues resta el cap. 16.- Vino de misa. En el que se reproduce algo esencial en el dogma cristiano como es la transustanciación del pan y el vino según  el Evangelio de San Marcos:  “Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos”. Marcos 14. 23-24.   Lo cual solo se puede producir mediante la consagración del vino pues si no hay consagración el vino es tan solo un elemento material y ya se indica sobre eso en este cap. sobre dicho elemento material que […] No podía purificar nada como había dicho el sacristán, claro que no. No estaba consagrado por el sacerdote todavía en ninguna Misa, se dijo. […]  Con lo cual tampoco concluye la narración que se resiste a concluir puesto que en el siguiente  capítulo 17.- Final del vino sucede un inesperado  acontecimiento  en Londres, un lejano escenario en relación a las tierras australes en las que se desarrolla el relato coral con el que se supera al mito grecolatino de Dionisios que es propio del paganismo y no del cristianismo. Es una aparición que sucede en un restaurante londinense en el que […] el fantasma de mi padre se hizo latente en el restaurante, emergiendo su espíritu viñatero de la botella de aquel varietal [...] con el que se da alguna explicación, aunque poco o nada científico experimental a lo que se recuerda por el narrador como […]  la muerte inesperada de mi padre […] a lo cual, es de suponer al menos, solo se podría acceder mediante la fé lo cual se compensa con la descripción física de la […] cordillera de Nahuelbuta con los parajes recónditos de su bosque nativo con un guiño cervantino ya ajeno a la novela en el Cap.18.- El del estribo.

                                      Epílogo

Esta novela tiene la virtud de ser una narración que va contracorriente respecto a las inconsistentes modas y constante ruido que genera la cultura de la imagen que prevalece en la globalización. Este comentario no es en modo alguno exhaustivo y muchas otras materias culturales, sociológicas o económicas de esta ficción quedan sin tratar, el lector fácilmente las encontrará tratadas por otros comentaristas. Se aportan tan solo en este comentario algunos aspectos que no creo que sean caso de una atención significativa en el negocio editorial. Espero, no obstante, que esta aportación crítica no suponga ningún perjuicio para el autor o su editorial. La intención del autor de este comentario en todo caso es tan solo felicitar al autor de esta novela por esta publicación.

 

 

 

Autor Ignacio Tamés García

 

Doctor en Filología Moderna por la Universidad de Castilla La Mancha (UCLM)

 

Diploma de Estudios Avanzados en Historia del Derecho y las Instituciones (o DEA) en la Universidad Complutense de Madrid.

 

Máster en Estudios Norteamericanos por la Universidad de Alcalá.

 

El autor de este comentario es socio de la entidad CEDRO A04926 en defensa de los derechos de autor. Se acoge al derecho de cita en las menciones de las obras de otros autores que se realizan en este artículo.

 

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