En su novela Los enamoramientos, Javier Marías captura el interés del lector con una historia de sugerencias y suposiciones referidas a la muerte de un hombre y al enamoramiento de la protagonista. Como es costumbre a su estilo narrativo, poco a poco va introduciendo al lector en capas imaginarias que configuran la realidad y también la conciencia de quien examina hechos y circunstancias, emociones y sentimientos. Capas finas, velos, telas apenas perceptibles al tacto, entretejidas por una larga cadena de sutilezas y ambigüedades.
La
pericia narrativa de Javier Marías permite interpretaciones y digresiones de
toda índole, ampliando de manera sorprendente el horizonte de expectativas del
lector tras dejarse llevar y convencer de las más diversas posibilidades que se
desprenden o más bien que pueden desprenderse de un hecho en particular. Hay
aquí un juego permanente de abrir y cerrar puertas buscando la verdad, sin dar
en definitiva con lo que se anda buscando, siendo finalmente la búsqueda lo más
importante.
Los
enamoramientos no es una novela de amor romántico, pero podría serlo
si la narración proyectara en un primer plano los sentimientos propios de los
enamorados, que los hay, pero están truncados, o mejor dicho ocultos por esa
red de especulaciones que aturde a los amantes, y que Marías llama aquí
enamoramientos, confiriéndole importancia y poderío mayor al amor mismo. La
trama se teje en torno al devaneo psicológico de los personajes, anclada en un
hecho concreto: un asesinato.
Por
allí apunta algo que resulta imprescindible de resaltar: “La fuerza de la
costumbre es inmensa y acaba de suplir casi todo, incluso por suplantarlo.
Puede suplantar el amor, por ejemplo; pero no el enamoramiento, conviene
distinguir entre los dos, aun que se confundan no son lo mismo… Lo que es muy
raro es sentir debilidad, verdadera debilidad por alguien, y que nos la
produzca, que nos haga débiles. Eso es determinante, que nos impida ser
objetivos y nos desarme a perpetuidad y nos haga rendirnos en todos los pleitos…”
No
cabe duda que Javier marías es un maestro de la trama psicológica, pero siempre
anclada a un hecho concreto que le otorga el peso necesario de lo real, del
aquí y ahora, sin separar como suelen hacerlo otros novelistas, la ficción de
la realidad como dos mundos ajenos uno del otro. Sus novelas atraen
precisamente por eso, por su talento para combinar ambas cosas en un juego de
espejos sin límites.
La
narradora apunta por allí al respecto: “La ficción tiene la facultad de
enseñarnos lo que no conocemos y lo que no se da. Permite imaginarnos los
sentimientos de un muerto que se viera obligado a volver, y nos muestra por qué
no debe volver.”
Miguel
de Loyola – Santiago de Chile – Octubre del 2024
Comentarios