La curiosidad me llevó a conocer el santuario de Loyola, ubicado en el País Vasco, España, lugar de nacimiento de San Ignacio de Loyola, contiguo a la ciudad de Azpeitía. Un lugar situado entre los cordones montañosos que conforman los Pirineos, y donde desde lo alto pareciera no haber vida civilizada alrededor, sólo el verdor de los montes hundiéndose hacia distintos valles. La geografía impacta por su belleza, también por las carreteras que se abren y entrecruzan por cerros y cañones, conformando una red de acceso moderna y rápida hacia las distintos pueblos y ciudades que esconden los valles. Azpeitía es una de ellas, una ciudad increíble, apenas imaginable, compuesta de edificios sólidos, robustos y muy bien tenidos, al punto que parecen nuevos. Es allí donde cabe alojarse para el caso de visitar el santuario de Loyola que corona un extremo la ciudad.
El santuario se construyó hacia 1690
en torno a la casa paterna de Ignacio de Loyola, cuyo centro gravitacional es
la basílica que recibe a puertas abiertas a los visitantes, sin costo alguno
para los turistas, como no ocurre en otros lugares donde hay que pagar por la
visita. La basílica es amplia y sólida, de estructura circular y altísima cúpula.
La planta general del edificio sugiere la figura de un águila, cuyo pico sería
el pórtico del templo y la iglesia el cuerpo. Las construcciones laterales, las
alas, y las escalinatas de las porterías las garras del ave.
La casa de Loyola, emplazada al interior del Santuario, es una torre de cuatro pisos, donde nació San Ignacio, entonces Iñigo, el menor de trece hermanos, 8 hombres y cinco mujeres. Los espacios son amplios y están muy bien conservados. El silencio y quietud reinante en los aposentos induce al visitante a la reflexión lo mismo que el interior de la basílica. Aquí si hay que pagar por la visita, aunque un valor muy razonable.
El encuentro con este lugar
magnífico oculto entre los cerros del llamado País Vasco, resulta conmovedor y
cabe detenerse a pensar cuánta historia recorre en silencio esos valles. La
lengua vasca esconde esas historias en sus indescifrables vocablos, se dice que
es la lengua más antigua de Europa.
Azpeitía está a treinta kilómetros
del mar, y no cuesta nada bajar hasta la orilla del Cantábrico por carreteras
expeditas. Zarautz es una playa imperdible para los amantes de la arena y el
mar, y por supuesto Donostia, San Sebastián, que merece capítulo aparte por su
belleza y encanto. Una ciudad balneario alucinante, colmada de parques,
palacios y turistas.
Miguel de Loyola — Azpeitía — Junio
del 2025
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