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El Dieciocho, una fiesta familiar

 


El Dieciocho es por sobre todo una fiesta familiar. Un momento de encuentro, de reunión entre padres, hijos, sobrinos, tíos, abuelos, amigos, vecinos...

Una fiesta  transversal que reúne a la gente en torno a la mesa, en torno a la más tradicional cocina chilena. Tal vez lo mejor sea la víspera, la expectación ante el momento mismo de la fiesta. Cuál más cuál menos se esmera en preparar el pebre más apetitoso, la empanada más deliciosa, , el costillar de cerdo más sabroso, el asado insuperable, pensado en éste y aquel amigo o hermano cuando lo prueben…

Y las papas cocidas, cómo olvidarlas, cuando han sido la salvación de Occidente, la ensalada a la chilena, el pan amasado, las sopaipillas, el pipeño y otros vinos que van apareciendo poco a poco en medio de la fiesta. En medio de la alegría embadurnada de recuerdos, de cuando íbamos a la escuela, de cuando cantábamos a coro las tonadas chilenas... 

La comilona se arma en un santiamén cuando todos aportan algo movidos por el simple deseo de compartir la fiesta. Compartir una receta criolla, un recuerdo, una canción que se viene a la mente en medio de la fiesta. ¿Te acuerdas? Claro, cómo no voy a acordar, si yo tenía entonces apenas veinte años... La gente come y bebe en medio de una alegría creciente que contagiará a los niños pequeños para siempre. En la parrilla humean longanizas y prietas, el vacuno va más lento pero avanza bajo el ojo implacable del parrillero,  siempre atento, como el huaso en la cueca frente a su presa…

Tampoco falta el que  haciéndose el santurrón después de ver la parrilla repleta, pregunta: ¿Quién se va a comer toda esa carne? Al cabo resulta que esa misma persona termina después chupando hasta los huesos. 

La fiesta dura el día completo. La gente ríe, habla,  baila y hasta algunos cantan encumbrados por los humores etílicos del vino chileno, siempre eficaz para desencadenar la catarsis. 

La fiesta del Dieciocho termina al final del día siendo una terapia completa. Y bien le viene a esa hora el poema de Fernando Alegría:  ¡Viva Chile, mierda!

 

Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Septiembre del 2021

 

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