Lale Solokov, protagonista de la novela, es un judío eslovaco de 24 años que al caer prisionero del nazismo se promete a sí mismo salir vivo de un campo de concentración. La novela aborda otra vez la temática del holocausto judío llevado a cabo por los nazis en medio de la Segunda Guerra Mundial, con todos los horrores conocidos. La autora se da maña en su novela para perfilar las experiencias vividas por el joven eslovaco en el interior de Birkenaus, donde terminará convertido en el tatuador de Auschwitz. Un oficio siniestro, sin embargo le permitirá sobrevivir en medio del horror.
La novela está contada
en tercera persona por un narrador experimentado que consigue desde la primera
página capturar la atención del lector. Ya por el interés de la historia misma,
la vida al interior de esos campos, como también por la empatía natural
otorgada al personaje por la mano de la escritora. Las crudas y horrendas experiencias
vividas por Lale Sokolov en el campo de concentración, se harán carne en el
lector, logrando en consecuencia una empatía inmediata con el personaje, con sus
pesares y emociones. Atributo imprescindible en el arte de la novela para
conseguir esa verosimilitud que toda obra literaria requiere: creer en el
personaje, pasar por ciertas sus experiencias.
La impecable factura técnica
de la novela, aún acercándose mucho al guion cinematográfico, se presta bien
para el estudio y análisis de las técnicas narrativas empleadas por la autora.
Artilugios que si bien no resultan fáciles descubrir a primera vista, dada su
perfección estilística. Recuérdese eso de:
hay arte allí donde no se nota el artificio. Sí es posible entrever tras
una mirada más acuciosa de ciertos elementos. La pericia extraordinaria en el
manejo del narrador, por ejemplo, distante y cercano a la vez, gracias al uso
de verbos siempre en voz activa, incitan al lector a seguir adelante con voracidad,
y a tener la sensación de estar viviendo en carne propia los acontecimientos.
Es indudable que el
interés del tema juega un papel importante en toda obra narrativa. Sin embargo,
no siempre por esa razón las novelas resultan interesantes. Y es aquí donde cabe
la reflexión acerca de la factura técnica de una obra literaria, la relación de
interdependencia entre el qué y el cómo, entre lo que se cuenta y en cómo se
cuenta, ambas caras de una misma moneda para el lector, pero distintas para el
escritor, quien sin duda conoce muy bien la diferencia para trabajar tanto una
cara como la otra.
El tatuador de
Auschwitz es una novela reciente, publicada en 2018 por una autora
neozelandesa que ha cautivado a todo el mundo con un tema muchas veces tratado
por diferentes autores a la fecha, pero siempre vigente en el imaginario del
lector por su relación directa con la realidad. Recuérdese la novela La
ladrona de libros (2005), de Markus Zusak. Obra también relativamente
reciente.
Miguel de Loyola –
Santiago de Chile – agosto del 2021
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