La abuela está sentada junto al brasero cebando el mate como cada tarde. Es una anciana silenciosa, rara vez habla, permanece así hasta la hora del ocaso.Sea invierno o verano el brasero no le falta. La tetera hierve sobre las brasas de manera continua, el vapor se disipa poco a poco en el aire sin dejar rastro. A veces la abuela murmura una letanía. Es un susurro apenas audible, casi un gemido del alma. Sus palabras salen cargadas de sentimientos que terminan enredados entre las tristes horas de la tarde. La nostalgia se apodera del espacio y la silueta de la abuela se funde en el ocaso. Viste de luto desde hace muchos años, por la muerte de su esposo y de sus padres, y las sombras tragan fácilmente la oscuridad de sus ropajes. Llega la noche y la abuela duerme entre suspiros que alientan su esperanza de amanecer por fin en otro espacio.
Miguel de Loyola — Santiago de Chile — 2021
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