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El cuento de mi vida, de Hans Christian Andersen

 


El reconocido escritor H.C. Andersen de origen dinamarqués (1805 - 1875), escribió su autobiografía en un libro que lleva por título: El cuento de mi vida. Allí narra los acontecimientos y vivencias que marcaron sus pasos por el mundo, siguiendo las líneas generales del cuento. Un arte que Andersen comenzó a dominar desde muy temprano, dotado por esos dones que caracterizan a los niños prodigios.

Destaca en el libro la perspectiva del narrador. Mira, observa y describe todo desde una óptica expectante y admirativa, tan distinta a la forma adoptada por los individuos en la actualidad. Cabe preguntarse, tras observar dicha diferencia, si el hombre de ayer era mejor que el de hoy, o hasta qué punto la ironía desarrollada por la modernidad ha influido en la manera no sólo de ver el mundo, sino también de vivirlo. Andersen relata la suya con la misma candidez con que escribe sus cuentos de ficción, dejando una estela permanente de asombro en el lector tras su lectura. El asombro en tanto fascinación por el descubrimiento de las cosas, de los hechos, de la vida misma en tanto regalo divino.

La vida, ciertamente, a nadie le resulta fácil, salvo contadas excepciones. Sin embargo, tras leer las páginas de El cuento de mi vida, el lector llega en un momento a comprender que no son las circunstancias ni los hechos en sí mismos los que determinan a veces la realidad, sino la mirada, la forma de enfrentar el mundo es la que, en definitiva, genera en los individuos su optimismo o pesimismo.  Andersen, se podría decir, usando una expresión reconocida, ve la realidad desde la perspectiva de lo real maravilloso, y se agradece, se agradece tal posibilidad. Hace mucha falta en el mundo una visión positiva y esperanzadora, cuando el interés de muchos parece predispuesto a resaltar lo contrario.

La frase siguiente podría darnos una idea que contrasta con nuestro presente, y acaso pueda ser una de las causas de la diferencia de miradas: "La política estaba relegada a un segundo término y las predilecciones del público eran por sobre todo para las letras y el teatro. " ¿Podría alguien hoy día decir lo mismo del mundo en que vivimos? Muy por el contrario. Las letras y el teatro han sido relegadas a un  tercer plano, incluso degradadas a un grado de inutilidad.

Atención también a esto, jóvenes escritores: "Mi primera colección de cuentos publicada después de El Improvisador, no fue bien recibida. Se pretendía que yo no tenía ninguna aptitud para ese género. Si, a pesar de todo, me empeñaba en ejercerlo, haría bien, me aconsejaban estudiar a los cuentistas franceses. " Es decir, he aquí también la vivencia del fracaso que suele acompañar la vida del artista de todos los tiempos, la que cada cual necesita superar para alcanzar  su objetivo.

Andersen da una recomendación que podría ayudar a mirar de otro modo el mundo a quienes quieran tomarla: "Cada uno puede, si sabe mirar en torno suyo con ojos de poeta, advertir las manifestaciones de Belleza, que yo llamaría Poesías de azar."

El cuento de mi vida permite adentrarse en el corazón de uno de los más grandes cuentistas y dramaturgos que ha cautivado por siglos especialmente a los niños, los seres acaso más sensibles y díscolos del mundo.

 

Miguel de Loyola - El Quisco - Febrero del 2022

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