El año de Saeko enfrenta al lector a un tema candente todavía no del todo resuelto: la inseminación artificial, el arriendo de úteros, el problema de la conciencia de maternidad y paternidad en tales casos. Sin duda, un asunto que interesa o debiera interesar a las nuevas generaciones, enfrentadas al problema cada vez con mayor frecuencia. Mujeres y hombres que no pueden fecundar, pero a quienes los adelantos científicos ofrecen hoy día soluciones, aunque, claro, no exenta de problemas. La procreación in vitro sigue avanzando, abriendo nuevas alternativas, convirtiéndose en una posibilidad cada vez más segura y al alcance de todos.
Katayama
recrea el tema de manera genial, y lo emplaza con esa claridad y economía de
lenguaje que caracteriza a la narrativa
oriental de todos los tiempos. El lector se va adentrando poco a poco en la vida
íntima de una pareja de esposos: Shun´ichi
y Saeko. Dos personajes representativos de la realidad japonesa actual, quienes
viven en perfecta armonía conyugal entre ambos, a pesar de no poder engendrar
hijos. El es un ingeniero en computación que goza de un buen trabajo, ella una
mujer complaciente y emprendedora. Ha instalado en el frontis de su casa
máquinas expendedoras de cigarrillos y bebidas que le proporcionan ciertas ganancias.
La fiscalización y mantención de esas máquinas la mantendrá siempre atenta a los
sucesos del vecindario, y permiten al lector hacerse una idea general del
ambiente donde se desarrolla la historia.
La
relación entre los esposos, ambos divorciados de parejas anteriores, sorprende
por su naturalidad, desprovista de aquel toque afectado que caracteriza otras
relaciones amorosas. Denota aquí mancomunión de ideas y proyectos en conjunto,
amistad, compañerismo. Ambos se proyectan como seres translúcidos hasta el
momento en que surge la cuestión de fondo que los transformará a ambos, aunque
particularmente a ella en seres extraños. Saeko será en consecuencia la
protagonista de un drama que comienza a surgir poco a poco, terminará
imponiéndose como la verdadera trama de la novela.
La
factura técnica de la novela resulta impecable. El hilo de la trama lleva un
decurso ascendente hasta la última página, abriendo preguntas hacia adentro y hacia
afuera de la historia, logrando así una reflexión profunda del lector respecto
al tema, al mismo tiempo que a vivir y a plantearse la experiencia como propia.
“El
ser humano es muy extraño, pensó Shun ïchi. Tras vivir, día tras día, como si
te persiguiesen, luego, al dirigir la vista hacia atrás, te sientes como si
hubieras estado muerto. No es que hayas vivido sin tener conciencia de la
muerte, tampoco es que hayas vivido con la sensación de estar muerto, es que te
ves a ti mismo, literalmente, con la actitud de un muerto. Yo también pasé una
época parecida. “
Las
observaciones están cargadas de sabiduría metafórica: “Anda como si saboreara
el placer de ir borrando su propias huellas…” (…) “Mirar a través del visor sólo lo que quería
ver lo acostumbró a un sentido reducido de las cosas…”
El año de Saeko es otra novela
imperdible proveniente del mundo oriental.
Miguel
de Loyola – Santiago de Chile – Marzo del 2022
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