Chile se farreó la oportunidad brindada por el pueblo para generar un texto constitucional justo, capaz de liberar al país de las odiosidades del pasado y construir la casa de todos tan justamente anhelada por moros y cristianos. No costaba más que buena voluntad y acuerdos de sentido común para conseguir tal objetivo. Lo más difícil se había logrado previamente en las urnas: la anuencia ciudadana, la apertura del corazón y las esperanzas del pueblo de levantar dicha carta fundamental en democracia, libre de toda carga dictatorial. Sin embargo, ahora queda en claro que primó la soberbia, el revanchismo, la falta de sentido común, la miopía y el resentimiento. Así, poco a poco, los elegidos para desarrollar la magna tarea, terminaron traicionando las expectativas de los chilenos, luego de la creación de un documento impresentable para una República libre y soberana como lo ha sido Chile desde su Independencia.
La
propuesta creada por la convención constitucional en vez de unir, ponía en
peligro la paz y la armonía ciudadana, separando otra vez a los chilenos entre
buenos y malos, postulando a una refundación total del país, como si todo lo
vivido a lo largo de la historia de Chile hubiese sido en vano. Hasta sus símbolos
y signos fueron despreciados, ignorando los progresos alcanzados por el país en
tantos planos, desestimando el valor y la importancia de las instituciones para
establecer y mantener el orden y el progreso. Insistiendo en desarticular al
Estado introduciendo a la fuerza nuevos Estados bajo el pretexto de
reivindicación de derechos ancestrales de los pueblos originarios...
Afortunadamente,
el pueblo de chile no cayó en la trampa que llevaba al país al despeñadero. Providencialmente, supo advertir el desastre,
la falta de coherencia y sensatez del proyecto constitucional, del caos que
provocaba en un país en crecimiento permanente, ad portas de salir del
subdesarrollo, a pesar de los problemas, a pesar de las dificultades propias de
todo quehacer humano, a pesar del interés de muchos en que este país del cono
sur se venga abajo. La respuesta ciudadana esta vez fue rotunda y clara, el
mayor anhelo de los chilenos es vivir en paz, libre del fanatismo ideológico
que ciega la razón y las voluntades.
Miguel
de Loyola – Santiago de Chile – Septiembre del 2022
Comentarios