Svetlama Alexiévich es una escritora rusa que recibió el Premio Nóbel de literatura el año 2015, sin embargo su obra no ha sido difundida con el entusiasmo de marketing de otros premiados con el mismo galardón. Cabe preguntarse las razones de la poca difusión de sus obras, y me temo que dice alguna relación con el poder ruso para acallar la voz de sus intelectuales cuando no representan del todo sus intereses, aún tratándose del Premio Nóbel.
La novela Los muchachos de Zinc, pone en evidencia las atrocidades vividas
por el ejército ruso en Afganistán, donde —se sabe hoy día— muchos jóvenes tuvieron
que ser engañados para llevarlos al frente. Desde luego, esta situación se ha
repetido hoy día con la guerra en Ucrania, y la obra de Svetlama, resulta en
parte premonitoria. Todo lo que sucedió en esa guerra sin sentido, está sucediendo
hoy día en esta otra, y los jóvenes soldados siguen sufriendo tragedias
semejantes, en su mayoría llevados a la fuerza a los campos de batalla lo mismo
que en Afganistán.
En Los muchachos de zinc, la escritora rusa deja que hablen en primera
persona los soldados sobrevivientes y cuenten sus historias, traumas y
sufrimientos, siguiendo el formato de la autobiografía. Son historias vividas
de primera mano. Es decir, recoge las voces de un puñado de sobrevivientes y
transforma sus experiencias de guerra en literatura, acaso con el propósito de
crear conciencia contra la guerra, pero está a la vista que poco lo consigue.
La guerra contra Ucrania así lo demuestra.
El título de la obra hace referencia
a los féretros en que son envasados los caídos y repatriados en el mejor de los
casos a su país. Los muchachos de zinc es sin duda una imagen metafórica
tendiente a relumbrar en la conciencia del lector esas muertes sin sentido
alguno. Los muchachos de zinc son cadáveres de jóvenes caídos por causa de la
soberbia de quienes ostentan el poder.
La obra de Svetlana Alexiévich dice
relación con otra Premio Nóbel reciente, la francesa Annie Ernaux, quien lo
recibió el año 2023. Ambas desarrollan su literatura a partir de una escritura autobiográfica
sin disfraces, ni ropajes propios del arte de la ficción. Es decir, escriben la
realidad a secas, sin generar la trama propia del arte narrativo, buscando despertar
en el lector una mayor conciencia del mundo circundante, cotidiano, contingente
y carente de sentido. Una habla de la guerra entre dos países y sus horrendas consecuencias
físicas y morales en los individuos, la otra de la guerra interna e individual
del sí mismo. Hay que leerlas a las dos.
Miguel de Loyola — Santiago de Chile
— Julio del 2023
Comentarios