La pluma de Ian Mc Ewan no descansa, tampoco pierde fuerza y calidad como ocurre a veces con otros escritores de su talla, exigidos por la industria editorial. Sigue publicando obras importantes, novelas que abordan los más diversos temas y problemas del hombre.
Ian McEwan, junto a
otros escritores ingleses de su misma generación: Hornby, Ishiguro, Kureischi…,
es un narrador imperdible de la novela actual. Sus novelas han dado que hablar
en los últimos años, y sin duda, lo seguirán haciendo en el futuro. Se trata de
piezas maestras desde el punto de vista estilístico y temático. Sin quiebres,
ni estridencias. Recuérdese: Chesil Beach, Expiación, La cáscara de nuez,
Sábado… La lista de novelas es larga de detallar. Es un escritor dotado con el
don de la literatura. Un rey Midas de las artes, todo lo que toca lo convierte
en obra literaria.
En La ley del menor
lleva al lector al interior de la conciencia de una destacada jueza que debe
resolver a diario asuntos cruciales en los tribunales de justicia. Sus
decisiones, por cierto, deben estar al margen de sus estados emocionales y de
su vida personal. Asunto nada fácil, cuando una persona cruza problemas amorosos,
conflictos matrimoniales serios, como es el caso. Esa capacidad de separar la
vida íntima de la vida profesional, podría ser una de las apuestas del autor en
esta novela. Mostrar y cuestionar esa capacidad o dificultad vivida por los
personajes públicos de cierta importancia al momento de tomar decisiones. De
sus decisiones, sabemos, penden ni más ni menos las vidas de otros. Esa es
la cuestión. La historia recuerda en parte la novela del húngaro Sándor Márai: Divorcio
en Buda, otro autor imperdible a la hora de buscar autores de peso, cuyos
objetivos literarios desbordan la mera entretención en que descansa buena parte
de la narrativa actual.
La Ley del
menor de McEwan, se articula a la manera de una tesis. Viene a demostrar muchas
cuestiones relacionadas con el ejercicio del derecho y sus implicancias, sin
perder, por cierto, su decurso novelístico, generando poco a poco esa intriga
connatural al género, capaz de llevar al lector de la mano hasta la última
página.
Fiona, la jueza y
protagonista, termina seduciendo al lector, después de generar en principio
cierto rechazo, dado su extremado profesionalismo. Ver a una profesional
destrozada emocionalmente ejerciendo sus obligaciones laborales sin afectarse,
no deja de ser impresionante. ¿Cómo consigue un juez separar tales asuntos para
resolver a conciencia?
La heroína de la
novela ha dado su vida entera por alcanzar un puesto importante en el Poder
Judicial a fin de hacer justicia, pero la tarea resultas compleja. Siempre
habrá casos difíciles de resolver, y algunas decisiones terminarán convirtiéndose
en una carga de conciencia para el juez. La novela pone en evidencia tales
dificultades mostrando algunos casos, pero habrá uno en particular que será de
su mayor preocupación.
Miguel de Loyola –
Santiago de Chile – Agosto del 2021
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