La primera vez que desperté a medianoche en esta casa, pensé que estaba en medio del mar, navegando hacia tierras ignotas, cumpliendo acaso aquel viejo sueño de ser marinero que asiste en la infancia. Viajar, cruzar los mares buscando aventuras y nuevos horizontes, lejos, muy lejos, al otro lado del mundo. El ruido furioso de las olas no daba a entender esa noche otra cosa. La casa pegada al litoral, montada sobre peñascos, tiene el aspecto de un barco encallado pronto a echarse a la mar. Sus maderos crujían lo mismo que el palo mayor de una nave en medio de la tormenta, generando una atmósfera de movimiento quejumbroso. Las olas reventaban una tras otra dando latigazos feroces sobre la cubierta. Pasarían horas antes de que pudiera retomar el sueño. El mar no paraba de hablar a través de las olas, manteniéndome en estado de alerta permanente, temiendo en cualquier momento el naufragio, el fin trágico de la travesía. Ráfagas de viento huracanado sobrevenían a ratos aumentando la tensión. Sí, estaba en alta mar, la casa era un barco arrastrado por las aguas hacia la inmensidad. Si bajaba de la cama corría el riesgo de hundirme para siempre en el océano. Era preferible permanecer quieto, sin moverse, sin desesperarse, preparado para el naufragio. Las puertas de la embarcación crujían siniestras, mientras las gaviotas se oían en lontananza fuera de contexto, como aves peregrinas extraviadas en la noche del fin de los tiempos. La oscuridad era total, salvo cuando algunos nubarrones se movían para que la luna pestañeara en medio del mar dando un fogonazo de flash fotográfico, revelando su turbulencia y su espesura de masa acuática, ondulada por el viento y la corriente submarina. El temor de caer en esas aguas, el terror de hundirme para siempre en el fondo del mar, me mantendría despierto toda la noche. Sólo recién al amanecer conseguiría recuperar en parte el sueño extraviado, sólo después de asegurarme que la casa recalaba en su puerto luego de aquel largo viaje.
Miguel de Loyola - El Quisco - Noviembre dej 2021
Comentarios