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El mochilero

Todo comenzó como en las buenas películas, apenas me bajé del camión, ya tenía un harem de mujeres a mis pies. Por supuesto no precisamente allí, sino un poco más allá, allí frente a la plaza, donde había mucha agitación en torno a un escenario improvisado, demasiadas cabelleras llamativas, negras, rubias, colorinas, castañas; demasiados cuerpos femeninos con bluyines apretados; risas, música, onda en definitiva. Gran bailoteo gran, calculé de inmediato, y con lo que me gustan los bailoteos, parezco mono porfiado, me tienen que sosegar a palos cuando me da por bailar. Una vez estuve bailando hasta que se acabó la noche, la reventó la luz del día de un solo cuete. Un Año Nuevo creo que fue. La llegada al pueblo había sido providencial. Le di el correspondiente millón de gracias al chofer cuando me bajé, para luego zambullirme ansioso en medio del gentío agolpado en torno al escenario. El tipo se pasó de buena gente conmigo, poco más y me invita a su casa a cenar. Pero la música er

del libro: Cuentos del Maule

El gringo enamorado. Humberto Miller llegó con la cuadrilla que vino a instalar las cañerías para el agua potable. Después, echó raíces en el pueblo. Se enamoró de Aurora, la hija mayor del viejo Aníbal, dueño del único almacén existente en diez kilómetros a la redonda. La muchacha tenía unos ojos negros penetrantes, clavaban igual que las espinas de los nardos. En el pequeño poblado era la estrella, como lo son algunas mujeres en el cine. Cada vez que salía de su casa cargando los baldes de aluminio en busca de agua al pozo, no le faltaba el ayudante. Los hombres corrían a socorrerla, cualquiera fuera el requerimiento. A los dieciséis años, ya había aprendido a sacarle algún partido a las miradas masculinas.

Fragmento de novela inédita: Motivos Sentimentales

Capítulo 14 Esa noche Octavio encontró a su mujer durmiendo destapada sobre la cama. Tuvo entonces la intención de abrigarla. Pero no lo hizo por temor a despertarla. Diamela pasaba a veces por temporadas de sueño ligero y cualquier ruido extraño conseguía despertarla abruptamente, con el consiguiente mal humor que suele sobrevenir después, y en el caso concreto suyo podía alcanzar niveles patológicos. Prefería en esa ocasión verla durmiendo, aparentemente tranquila. Y acaso por primera vez durante su vida matrimonial, Octavio se encontró a sí mismo en medio del silencio y la soledad de la habitación, observándola dormir. Sólo entonces, como saliendo de un estado de aturdimiento general -en el cual hubiese estado sumido por largos años-, poco a poco comenzó a tomar cierto grado de conciencia de los estragos causados por los años en el cuerpo de Diamela, ayer maravilloso y angelical como nadie mejor que él lo podía recordar.

La autopista del sur.

El escritor argentino Julio Cortázar fue un adelantado cuando escribió “La autopista del sur”, cuento de su autoría que pone al lector en medio de un gigantesco taco automovilístico a las entradas de París. Hoy, cincuenta años más tarde, en nuestros lejanos países está sucediendo exactamente lo mismo. Las calles de Santiago de Chile, por ejemplo, ya no soportan mayor cantidad de autos, a pesar de las vías concesionadas que buscan descongestionar las estrechas arterias de la ciudad. La invasión de autos es cada vez más alarmante y cabe preguntarse qué va a pasar en 10 años más, cuándo la población vehicular supere en un cien por cien a la actual.

Asuntos del diario vivir: Pague con sencillo.

¿Alguien más se ha dado cuenta que la gran mayoría de las personas paga su compra con el billete más grande que lleva en su cartera? El asunto tienes todas las características de una verdadera patología mental. Ya se trate de comprar cigarrillos, una bebida, o un mueble, la gente saca el billete más grande del bolsillo. En otros países, una acción semejante se toma casi como un insulto. En Argentina, Bolivia, Brasil…quien no tiene sencillo para pagar un café o alguna compra por un monto de ese tipo, sencillamente, se queda sin comprar.

En busca de Vallejo, Cortázar y otros escritores

Por Antonio Avaria Un jueves tristón, con aguacero, decidí ahora sí, buscar hasta encontrarla, hasta darme de bruces con la tumba de César Vallejo. En el plan que la administración del Cimetiere Montparnasse entrega graciosamente, la ubicación del poete péruvien desorienta ; está mal señalizado su número 67, casi al borde de una avenida que uno simplemente no encuentra, pese a tratarse de un recinto de dimensiones moderadas. A la entrada, a la derecha, ahí están Sartre y la Beauvoir, y dando la vuelta, el templete donde pudre sus excesos el dictador mexicano Porfirio Díaz, quien tras salir expulsado por la Revolución en 1910, vivió cinco años con gran lujo e impunidad, sin temor a detenciones, en palacetes y saboreando Paris, como el personaje de Alejo Carpentier en la magnífica novela El recurso del método ( notablemente bien representado por Nelson Villagra en la película de Miguel Littin).

Las marcas de Roberto Bolaño

Por Miguel de Loyola En nuestro país, no hay dudas, los muertos suelen gozar de mejor reputación que los vivos. Nuestro sentido común adhiere a la idea de que todos los muerto son santos, y debemos canonizarlos cuanto antes. Es cosa de ver las velas encendidas en los cementerios a los asesinos más despreciables. En nuestro estrecho círculo literario, a los escritores difuntos se los venera muy por encima de los vivos, buscando apaciguar las conciencias culposas arrastradas por causa de no haberlos valorado a tiempo. El caso de Bolaño, por ejemplo, es comparable con el de Juan Emar, ambos son llamados hoy día genios de la literatura nacional. Pero también se habla en un tono semejante de Huidobro, la Mistral, Tellier, Rodrigo Lira, Mauricio Wacquez, Estela Díaz, María Luisa Bombal, Enrique Lihn, etc. La lista de venerables podría resultar interminable.

Comentario sobre Cuentos del Maule, Simon Colombel

La verdad es que el comentario del señor Juan Mihovilovich es sorprendente. Pero yo diría más bien : tan exacto, tan verdadero, y tan bien dicho. Este escritor tiene una manera hermosa de escribir, y no me extraña que la tuya le haya gustado tanto, al ser tan auténtica. ¡ Qué maravilla que tengas este don, que lo "explotes" tan bien y que podamos aprovecharlo, nosotros, pobres lectores prosáicos viviendo en otro planeta tan terrestre y tan trivial ! ¿ qué clase de hechicero eres ? Yo me siento muy a gusto en el Maule, tus cuentos despiertan recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia, de mi abuelo. Otra vez puedo oir los pájaros que cantaban en los árboles que crecían detrás de la casa, a la orilla del río que lamía los peldaños de la cocina y a quién se le ocurrió alguna vez entrar hasta la chimenea, cuando había llovido demasiado…

Lanzamiento en Talca de Cuentos del Maule

LA FUERZA DE NADAR CONTRA LA CORRIENTE. ¿Quién podrá contar los granos de arena a orillas de los mares, las gotas de lluvia, los días ya transcurridos? Sirácides- 1,2. Muchos salmones regresan del mar hacia los ríos, nadan contra corriente, y recorren todo un hemisferio de sur a norte, desovan, nacen las crías y ellas regresan desde las corrientes de agua dulce al océano una vez que alcanzan la madurez. Es un transito voluntario y necesario, una forma de proseguir la vida, de recorrerla, de sentirla entre las piedras y las profundidades, un manera de renacer siempre en el cíclico vaivén de las travesías eternas, que dan la impresión de cambiar año tras año.

Cuentos del Maule

Por Jaime Hagel Publicar un libro con un título criollista usado y con una portada en consonancia puede ser indicio de un escritor a quien no le interesa impresionar. Lo cual es, por cierto, sumamente impresionante. Pero lo que a primera vista parecen cuentos retro logran transformarse en un prodigio de amenidad con una fuerza, verosimilitud y profundidad ausentes en el costumbrismo al cual alude el título y la portada. Miguel de Loyola vuelve al espacio, personajes y situaciones de la narrativa criollista para presentarnos en forma muy peculiar y con intensidad la condición humana en relatos significativos que narran algo que va más allá de la mera anécdota. 

El famoso Maletín educacional

Por estos días arden las especulaciones acerca de un posible maletín repleto de libros que generosamente el Ministerio de Educación regalará a los desposeídos de amor por la lectura. Al fin el Estado chileno se ha vuelto benefactor de su pueblo, ofreciendo regalos del tipo viejito pascuero por doquier. Frente a tal generosidad uno no puede dejar de preguntar cuál será el verdadero motivo de semejante desprendimiento.

Taller Literario de José Donoso

Asado en casa de Leticia Vigil 1986 Foto Recuerdo. De izquierda a derecha: Agata Gligo, Armando, Alberto Libedinsky y Sra., José Donoso, Alejandra Basualto, Leticia Vigil y Miguel de Loyola

 Apologie du Café Platónico

A pologie du Café Platónico Le Café Platónico, situé à l’intérieur de la station de Métro Tobalaba, et connu dans les environs sous le seul nom de Platónico, vient d’être condamné à mort. La S.A. Metro a dénoncé le contrat de location. Il est donc actuellement dans l’attente de l’ordre d’expulsion que lui donnera le tribunal. Mais il ne veut pas non plus partir en fuyant, il n’a rien à cacher, rien à dissimuler. Au contraire, il connaît l’injustice qui se cache derrière cette injonction, et c’est pour cela qu’il a choisi d’attendre debout le coup de grâce, pour que le procédé paraisse au grand jour.

Cuidemos el agua dulce del planeta

¿Alguien se ha detenido a observar como bota el agua la gente, no toda la gente, claro, pero si un porcentaje alarmante de personas? Les aseguro que por cuadra, en Santiago hay por lo menos dos terroristas de esta especie. Seres que a la hora de regar sus plantas o pastos, terminan también regando la acera y la calle, cómo si pudiera crecer algo en una superficie de cemento. También están los que para lavar sus autos, abren la llave de la manguera y dejan escurrir un arroyo por la orilla de la cuneta, convencidos, claro, que a mayor agua, más limpio dejarán las latas de su cacharro con ruedas. Los conserjes de los edificios, ah, esos son otros malvados sin nombre. Para no usar la escoba, barren con agua las hojas del otoño y hasta las migas de pan. Conozco varios a quienes les cortaría el pescuezo por las horas y horas que pasan derramando el más preciado líquido del planeta.

Cuento. Il Manichino

Miguel de Loyola Dopo aver attaccato l'avviso alla finestra con le sue stesse mani, in un clima di crescente aspettativa tra noi bambini che la guardavamo dal giardino, la nostra vita cominciò a cambiare a poco a poco, aprendoci porte che fino ad allora erano rimaste chiuse, come la gioia di assaporare una paletta di gelato negli intervalli, comprare ghiottonerie nel negozio dell'angolo il pomeriggio, collezionare figurine per i tipici album alla moda, aver accesso alle riviste di fumetti, tutti piccoli lussi e tesori che prima ci erano proibiti. Non fu una decisione facile da prendere. Quella del cartello scritto con una calligrafia curata dalle diafane mani della Nina e attaccato alla finestra del suo appartamento che si affacciava sulla strada. Ci aveva messo molti anni prima di decidersi a farlo. Non per un fatto di orgoglio, come alcuni avevano pensato nell'isolato, ma per la sua esasperata timidezza di donna di provincia. In cuor suo, avrebbe provato più piace