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Bajo el arco de triunfo, comenta desde Madrid Ignacio Tamés García

 


Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas;
y tumba de sí proprio el Aventino.


Yace donde reinaba el Palatino;
y limadas del tiempo las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que blasón Latino.

 

Solo el Tibre quedó, cuya corriente,
si Ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.


¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

 

Lo mismo que Francisco de Quevedo refería en su soneto sobre la Roma clásica en el siglo XVII español y europeo se podría decir del París literario que Miguel de Loyola refleja en su reciente novela BAJO EL ARCO DE TRIUNFO, publicada en Santiago de Chile.

 

Con géneros y formas de expresión tan distintos la idea que subyace, tanto en el soneto quevediano como en la reciente novela, es la nostalgia y la evocación de un pasado que se pueda considerar como glorioso, o por lo menos mejor que el que pueda ser el presente, para las armas y las letras de cada uno de ellos.

 

La idea imperial de la cultura y el poder que hoy denominamos Occidental procede siempre de la forma en la que fue concebida por la cultura latina de Roma, con orígenes en la griega enfrentada a la civilización persa con una concepción oriental del poder y la cultura, y esta novela con su búsqueda inicial de las andanzas de un olvidado escritor chileno exiliado en París, un derrotado al fin y al cabo de un conflicto armado, plantea con su trama más o menos lo mismo, sobre todo con su enigmático final bajo el Arco de Triunfo de la capital francesa.

 

Hoy en día las conquistas, aunque se den también conflictos armados violentos, son sobre todo las propias del sometimiento de las mentalidades mediante la propaganda y la imagen en internet y las redes sociales y no tanto mediante las armas y las letras cuyo tiempo, podríamos decir, ha pasado. Y un ejemplo bien presente de ello es la actual realidad sanitaria y el papel que en ella juega el miedo y el temor social con la paralela crisis de  la verdad o postverdad. Los arcos de triunfo de las distintas ideas imperiales que, procedentes de la idea imperial romana subsisten, arcos españoles, franceses, quizás alguno germánico que no haya sido derruido por algún irónico olvido o algún arco del triunfo anglosajón en el enfrentamiento, quizás cerrando el bucle de la historia, con la concepción oriental del poder, pueden quizás subsistir como monumentos, cada vez menos significativos, pero es la cultura Occidental la que con la globalización se enfrenta a su propia autodestrucción en parte no sólo por el cambio en las formas de crearse y de afrontar los tan diversos conflictos que en el mundo se producen sino por el olvido de sus propios escritores, su legado y su pensamiento reflexivo condenado a ser olvidado en sus propios libros sin lectores.

 

El enigmático personaje llamado en la novela Dominique, está construido sobre esa nostalgia de otros tiempos en los que los que los escritores, y particularmente los novelistas en la Francia napoleónica del siglo XIX, eran personajes sociales preeminentes y muy valorados por la sociedad francesa y Occidental de su tiempo. Dominique representa ese ideal inalcanzable para el escritor narrador de la trama de la novela y son varias las referencias a escritores que ocuparon un lugar relevante en las sociedades de los tiempos que vivieron así como a la actual decadencia de la literatura sin lectores. Dominique con la escritura desde París de sus correos electrónicos, con la significativa ausencia de su imagen, y sobre todo con la traducción al francés que ella misma realiza y publica de los cuentos chilenos del narrador de la novela es el ejemplo máximo del ideal inalcanzable del escritor que se va desvaneciendo con los tiempos actuales de la globalización. Por ello el título de la novela “Bajo el arco de triunfo”, es muy relevante, así como su enigmático final, que quizás con algo de ironía podría calificarse de erótico imperial por el lugar en el que sucede, puesto que todas o más bien cualquiera de las mujeres de la ciudad de París podrían ser Dominique y todas ellas representan en realidad lo mismo para el narrador de la trama de “Bajo el arco de triunfo”. Y eso puede que sea lo malo de buscar París en París.

Ignacio Tamés García - M;adrid - Julio del 2021

 

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