Me enteré hace un tiempo de la existencia de dos escritores que llevan el mismo nombre: John Gardner. Un norteamericano (1933 - 1980) y el otro británico (1926 -2007). Ambos son deslumbrantes en su estilo y hay que leerlos a los dos. Para los amantes del género negro, les queda bien el británico, para la ficción sin apellidos, el norteamericano. Les aseguro que ninguno de los dos defraudará a su lector. Muy por el contrario, es posible la fácil adicción a sus novelas. El uso de recursos estilísticos para generar la trama y mantener la tensión, merecen mucha atención para cualquier novel escritor que todavía no ha tomado conciencia plena del arte de la ficción. El norteamericano discurre en uno de sus libros sobre el arte de la ficción de manera magistral, y bien vale correr, como dicen en España a por él.
John Gardner británico,
escribió una veintena de novelas que recrean al personaje inmortal del
escritor Ian Lancaster
Fleming: el inolvidable agente 007, James Bond. Y lo hace tan bien o mejor que el
propio creador del personaje. La pericia narrativa de los autores ingleses
queda otra vez manifiesta en las novelas de este autor. Una narración
trepidante que toma al lector de la solapa y no lo suelta hasta la última
página. Los escritores ingleses tienen ese don, esa capacidad, ese oficio
prodigioso para articular una historia con el suspenso que toda buena obra
requiere. Cabe preguntarse dónde radica su mayor artificio, cuál es la clave, y
la respuesta podría llevarnos por los más diversos derroteros para llegar
siempre a la misma conclusión: tradición, oficio.
Nadie vive eternamente es
una de las tantas novelas escritas por Gardner que recrean episodios de la vida
singular de James Bond, a quien el lector puede visualizar tal y como su propio
imaginario lo imagina, sumado a la experiencia cinematográfica. En la novela se
ve al héroe siempre en acción, avanzando hacia adelante: ¿será esa la fórmula
secreta para mantener la tensión, para crear suspenso?
En Nadie vive eternamente el conocido agente secreto, ha sido condenado a muerte por
sus enemigos cuando sale de Londres en viaje de vacaciones con destino a Roma,
Salzburgo y otras ciudades. En su camino comenzarán los obstáculos hasta encender
el fuego candente del suspenso, después de giros y contra giros que mantienen
expectante al lector.
Hay que leer a los ingleses para aprender a escribir, tienen
la sapiencia de los siglos de entender y practicar el arte de contar sin
aburrir al lector.
Miguel de Loyola – Santiago de Chile – año 2021
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