Nadie como Henry James para proyectar intimidades. Su habilidad para recrear la psicología de los personajes parece ilimitada. En El altar de los muertos , nos lleva de la mano por las reflexiones de George Stranson, un hombre solitario, célibe, mayor de cincuenta años, quien después de visitar una iglesia por curiosidad, y luego de un recorrido por las distintas capillas existentes al interior del templo, descubre su deseo y necesidad de conmemorar el recuerdo de sus propios muertos.
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