He aquí un ensayo memorable, que hoy por hoy llegaría al hueso de muchos desencantados. Publicado en 1918, interpreta las vanidades artísticas, de los aristas de todos los tiempos. Nosotros, por cierto, vivimos la era del desencanto, del llanto y la frustración egocéntrica, acaso porque alguna vez pensamos -o nos hicieron pensar- que seríamos inmortales o famosos, que lo bueno o lo mejor, se hallaba justo al otro lado, en la rivera opuesta, y aprendimos así a codiciar la otra y a despreciar la nuestra.
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