Sería alrededor de la una de la madrugada cuando irrumpió en la fiesta una patrulla militar. El guatón alertado por Ulises apagó inmediatamente la música dejando a todo el mundo paralizado y en suspenso. Sobrevino entonces un silencio sepulcral en el interior del inmueble repleto de jóvenes. Intuíamos que podía tratarse de algo grave, por los gestos y colores materializados en el rostro siempre tan expresivo del guatón.
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