Un jueves de septiembre no llegué a casa a dormir. Nos fuimos de copas con unos amigos celebrando las Fiestas Patrias, y la noche pasó volando, atrincherados en un rincón del bar Almirante Benbow, bebiendo combinado tras combinado. Pero es lo típico, cuando uno lo pasa bien el tiempo se desvanece como burbuja de champaña. Ninguno se dio cuenta cuando ya estaba amaneciendo y nosotros todavía de farra, enfrascados en una conversación trasnochada acerca del sexo triple equis, tema recurrente a esas alturas de la madrugada.