París era una fiesta , es una novela que podríamos calificar hoy dentro del género autobiográfico, dado el interés alcanzado por la narrativa autorreferencial. Hemingway cuenta en primera persona la vida llevada en París durante los llamados locos años 20, después de la Primera Guerra Mundial y antes de la gran depresión que asoló al mundo entero.
Hace rato que aquí ya no se puede hablar. Se habla mucho de diálogo, se insiste con la palabra hasta el cansancio, se aturde con ellas a los más incautos, pero sólo se observa diálogo de sordos, monocorde, repetitivo, inagotable. Se busca a cualquier precio imponer algo, algo que no a todos interesa. Se le otorga la cualidad de necesario, perentorio, decisivo poco menos que para la salvación de la especie humana.
Un jueves de septiembre no llegué a casa a dormir. Nos fuimos de copas con unos amigos celebrando las Fiestas Patrias, y la noche pasó volando, atrincherados en un rincón del bar Almirante Benbow, bebiendo combinado tras combinado. Pero es lo típico, cuando uno lo pasa bien el tiempo se desvanece como burbuja de champaña. Ninguno se dio cuenta cuando ya estaba amaneciendo y nosotros todavía de farra, enfrascados en una conversación trasnochada acerca del sexo triple equis, tema recurrente a esas alturas de la madrugada.
¿Thriller? ¿novela negra?¿policial? ¿drama? La devoción del sospechoso X del escritor de origen japonés Keigo Higashino, cabe en esos rangos y en muchos otras posibles dimensiones de la novela. Se trata de una historia de mucho suspenso y divagaciones racionales que van todavía más allá de lo propiamente policial.
El año de Saeko enfrenta al lector a un tema candente todavía no del todo resuelto: la inseminación artificial, el arriendo de úteros, el problema de la conciencia de maternidad y paternidad en tales casos. Sin duda, un asunto que interesa o debiera interesar a las nuevas generaciones, enfrentadas al problema cada vez con mayor frecuencia.
Por suerte el viernes siguiente la Disco volvió a su total normalidad. La gente entraba a pelotones exigiendo la mejor ubicación del local. Además el dueño había contratado para esa noche a un grupo musical ochentero,
Natasha Valdés vuelve a la poesía, después de su novela La historia que nunca quise contar del 2020, publica ahora un poemario estremecedor: Memoria del Alzheimer . Se trata de una elegía, de un lamento, de un dolor sin consuelo posible, donde las palabras decorativas no sirven.
El viernes nos desmoralizamos porque llegó muy poca gente a la Disco. El local tenía más aspecto de cementerio que centro de eventos. No había más de cuatro o cinco mesas con gente en medio de aquel espacio enorme, predispuesto para recibir a cientos de personas.
Jezabel es otra de las grandes novelas de Irene Némirovsky que impacta al lector por su temática, entramado y esa sagacidad peculiar de la autora para escarbar en los escondrijos más ocultos del alma humana, dejando al descubierto el orgullo, vanidad y soberbia como ingredientes infaltables.
Han transcurrido treinta años desde mi defunción y todavía recuerdo la hermosa urna de madera labrada donde depositaron mis despojos. Suele ser un momento inolvidable para cualquier difunto.
La narrativa de Irene Nemirovsky sigue causando admiración y atrapando lectores en español en este nuevo siglo, cuando sus obras han sido reeditadas por Salamandra, luego de pasar durante décadas ocultas por desconocimiento y censura, como tantas otras prohibidas por los nazis.
La narrativa de Jaime Bayly está en la línea de lo que llaman literatura de entretención. Es un escritor que sabe escribir y empatizar con el lector. Dos cuestiones nada fáciles en estos tiempos, cuando se publican millones de libros y se lee cada vez menos.